lunes, 14 de noviembre de 2016

El eterno Rafa Márquez.


Por: Marco Antonio Opengo Ochoa.

La duda está en el aire. Rafa no lo niega pero tampoco lo afirma; en los medios deportivos solo se especula, pero muchos ya dan por hecho que no sucederá, que es una locura y que no le alcanzará. 

“No va poder, no va a lograrlo, que no lo intente, que ni lo sueñe…” 

¿Cuántos de nosotros hemos escuchado esas palabras cuando hemos dejado entrever algunos de nuestros sueños?

Pero Rafa ha sido prudente, cual discípulo de Baltasar Gracián, y ha sabido escoger meticulosamente sus palabras cada vez que algún reportero le hace la pregunta obligada: ¿le vamos a ver jugar en una quinta Copa del Mundo? 

Parece mentira que desde hace casi 20 años, el oriundo de Zamora, Michoacán, se encuentra activo con El Tricolor. Algunos jovencitos que actualmente han debutado en primera división, y que ya han tenido la oportunidad de enfrentarle, ¡no habían nacido cuando Rafa fue convocado por primera vez a la Selección en 1997!

Literalmente, muchos jóvenes aficionados han visto toda su vida jugar al único mexicano que ha ganado el torneo de clubes más importante del planeta: la UEFA Champions League.

No lo niego, la literatura, la historia y la política en algo me interesan, pero también el fútbol, y he seguido a muchos jugadores mexicanos desde el Mundial de Estados Unidos 94. Pero no recuerdo a alguno que haya demostrado poseer tantas virtudes dentro y fuera de los campos, como el forjado en la cantera del Atlas. 

Y es que lo de Márquez es poesía en la cancha…

Sus pases largos de 50 o 60 metros, tan precisos como un reloj suizo, no los he visto en algún otro jugador del orbe; la clase con la que se desplaza en el terreno de juego, sus barridas oportunas, su sentido de colocación, su juego aéreo, su técnica para recibir la pelota y tratarla con delicadeza, como si fuera la novia.

Por supuesto, su velocidad y reflejos ya no son los mismos, como cuando era una pieza medular en el esquema del mejor equipo del mundo, aquel Barcelona de los años 2006-2009. Pero ha sabido suplirlos con un oportuno sentido de colocación, y así evitar ser arrasado por los jóvenes delanteros que actualmente le desafían en la liga mexicana.

Hace algunos meses fui a verle jugar en el estadio Jalisco, en un encuentro frente al Monterrey; y sí, a primeras luces uno nota su menguada velocidad, pero nunca fue un factor de riesgo para su equipo. Por el contrario, fue de los mejores del partido anticipándose a las jugadas y colocándose oportunamente en lugares estratégicos a la hora de defender, así como siempre mostró superioridad en el juego aéreo, y sus pases de larga distancia contribuyeron a la victoria de Los Zorros aquella noche.

Su trayectoria es extraordinaria: campeón en Francia con el Mónaco, campeón de España y de Europa con el Barcelona, campeón en México con el León, campeón de la Copa Confederaciones con la Selección Mexicana, con la que además jugó 16 partidos mundialistas en 4 Copas del Mundo - Corea/Japón 2012, Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014 -, marcando 3 goles y siendo el capitán en todos los encuentros en los que participó. 

El número 4 histórico de la Selección, ya nada tiene que demostrar. Su nombre está grabado con letras de oro en los anales de El Tricolor, y hoy en día, su carrera le ha colocado apenas un escalón abajo de “El pentapichichi” Hugo Sánchez.

Pero en el fondo, estoy seguro que el ex Verona de Italia quiere alcanzar la inmortalidad a nivel mundial, convirtiéndose en el tercer jugador en la historia del fútbol que juegue en 5 Copas del Mundo. Record que solo ostentan el ex portero mexicano Antonio Carbajal - 1950, 1954, 1958, 1962 y 1966 - , y el alemán Lothar Matthäus -1982, 1986, 1990, 1994 y 1998 -.

A un año y medio de Rusia 2018, Márquez sigue vigente con la Selección, y no parece haber un jugador que pueda suplir al llamado Káiser mexicano; pero un año y medio para Rafa - quien ya tiene 37 -, es muchísimo tiempo, dado que las condiciones de un futbolista se esfuman aceleradamente pasados los 33.

Sin embargo, la hazaña no es imposible, y Márquez, quien ha logrado lo que ningún otro jugador mexicano, lo sabe.

Si lo logra, ¡caray!, su epopeya será eterna en los libros de historia del fútbol mundial, y habrá conquistado su lugar en el Olimpo; si no sucede, su legado es lo suficientemente sorprendente como para ser considerado, un jugador mexicano que solo nace cada 100 años. 

¡Pero ojalá suceda!, ojalá podamos verle una vez más, regar con su talento los campos del gélido país de Tolstoi y Gorki, y ver su ascensión apoteósica como un semidiós del deporte mundial. Ojalá, eterno capitán.

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